El Archivo Capitular de Badajoz nace con la erección de la propia catedral y su cabildo; cuando los primeros documentos reales para hacer de esta institución una realidad fueron apareciendo bajo el reinado de Alfonso X “el Sabio”.
Además de los que denominamos pergaminos reales, los canónigos de aquella época ya empezaban a custodiar todas las escrituras de derechos patrimoniales que el cabildo poseía, los diplomas que reflejaban la propiedad de esos bienes, las bulas y otros documentos pontificios, las donaciones, las constituciones capitulares, las fundaciones de obras pías, etc.
Mientras avanzaba en el tiempo la andadura de la catedral de Badajoz, el conjunto documental de la misma y, por tanto, de su archivo capitular, se hacía cada vez más voluminoso. Es por ello que llegó un momento en que toda esa masa documental que estaba siendo conservada debía proveerse de un cierto orden con visos a poder hacer uso de esos documentos cuando las circunstancias lo requirieran. Es entonces cuando empezaron a aparecer los primeros instrumentos de trabajo: inventarios e índices que permitían ir clasificando la documentación.
Cuatro han sido las ubicaciones conocidas del Archivo Capitular de Badajoz. La primera tendría lugar bajo el obispado de Marín del Rodezno y, aunque es evidente que anteriormente toda la documentación debería estar en alguna ubicación concreta, es en este periodo cuando tenemos noticia de la primera ubicación propiamente dicha del archivo. Esta se situaba en una pequeña sala adosada a las dos salas capitulares, y estaba provista de un gran armario en el que se encontraban los fondos documentales. Allí se mantuvo hasta que en 1957.
La ampliación de la sala capitular hizo necesario el traslado del archivo a la antesala de esta, algo que en términos archivísticos resultó muy beneficioso ya que el nuevo espacio resultaba tener mejores condiciones para la conservación de los documentos.
En 1964 el archivo vuelve a ser trasladado a un nuevo espacio dentro de la catedral. En esta ocasión con dos salas, una para depositar los fondos y otra como sala de investigadores.
Finalmente, en 2007 se produjo el traslado a su actual ubicación. Concretamente, el fondo capitular se sitúa en uno de los depósitos que integran los Archivos Eclesiásticos del Arzobispado de Mérida-Badajoz. Una nueva sede dotada de recursos para garantizar la conservación y consulta de las más de 1.000 cajas que componen este fondo. Un fondo activo que periódicamente, bajo transferencias documentales, va recibiendo nuevos e interesantes documentos.
En la actualidad se están desarrollando tareas de clasificación e inventariado, que muy pronto se verán terminadas, permitiendo un conocimiento pleno de los documentos conservados en el fondo catedralicio.